comisariado
LE LUMIÈRE DU MIDI
2016
Rafael Fuster y Tatiana Abellán
Comisario: Rodrigo Carreño Rio
Bajo el título “Le lumière du midi” se despliega esta exposición de los artistas murcianos Rafael Fuster y Tatiana Abellán donde la luz nos hará llegar al máximo de sus extremos, tanto cegarnos como iluminarnos. Como apuntaba Blanchot en algunas de sus obras, La folie du jours entre otras, la luz del mediodía además de ser la hora de máxima visibilidad, era también el momento de mayor peligro puesto que una mirada directa al sol nos hará perder la visión. Esto queda puesto de manifiesto en las dos series aquí presentadas, por un lado la ceguera e imposibilidad de ver más allá y por el otro, la luz como forma de iluminación.
Estamos acostumbrados a vivir en un mundo iluminado, donde la luz nos hace ver más allá y nos permite habitar hasta los lugares más recónditos. Quizá no estemos preparados para vivir a oscuras, necesitamos claridad. Pero siempre sabiendo que un exceso de luz puede cegarnos, y por consiguiente, privarnos de la luz para siempre. Desde el primer rayo de luz que entra por nuestras ventanas por la mañana hasta los puntitos de luz centelleantes que vemos en la más absoluta oscuridad de nuestros ojos cerrados. Luz, hasta en lo más oscuro. Una oscuridad, hasta en lo más iluminado. Pero siempre sabiendo que la luz es invisible, ya que solo la vemos en los objetos en los que se refleja. Un binomio cuya perfecta sintonía nos hará ver con claridad. Y si la luz nos acompaña en todo momento, qué decir de la memoria. Aquello que nos une con el pasado y que da sentido a lo que fuimos, nosotros u otros… Si de la luz procedemos, gracias a la memoria somos. Quién somos sin memoria y qué hubiéramos sido sin luz, ¿hasta dónde habríamos llegado? Quizá estos dos elementos se encuentran más unidos de los que pensamos en cuanto a nosotros, al ser. Nos definen y nos otorgan entidad. La luz nos dio la oportunidad de continuar existiendo, perdura con el paso de los siglos y en diferentes civilizaciones. La luz nos fue dada y nos permite continuar, como bien señala la mitología griega (entre otras creencias) con la figura de Prometeo quien robó el fuego a los dioses para iluminar a los hombres, pero la memoria nos mantiene, nos proporciona la identidad necesaria para perpetuarse. Quizá todo sería muy diferente si alguno de estos dos conceptos careciese en nuestras vidas.
Es necesaria la existencia de una conexión entre la mente y la visión, ya que para que la luz actúe sobre nosotros la mente ha de estar en conexión con esta. Todo esto es posible con la memoria, es decir, sin un recuerdo previo la luz no ilumina, sino ciega. A través de este proyecto se pretende mostrar cómo la luz y la memoria tienen un fuerte valor en nuestra vida. Obras donde la luz aparece de lo más recóndito o surge en momentos clave para cambiar por completo el sentido de aquello que observamos. Exceso de luz que nos ciega, impidiéndonos ver el objeto. Elemento de iluminación pero también de cambio. Y la memoria, ¿tiene un momento final? ¿Hasta cuándo resiste un recuerdo en nuestras mentes? ¿Es selectiva la memoria? Todo ello será tratado a través de las obras de Tatiana y Rafael.